Vengo de una familia muy unida, sobre todo en fechas importantes como onomásticos y cumpleaños de cada uno de los miembros y muy en especial navidad y año nuevo, donde nos reunimos en la casa de los abuelos. Pero un año todas las cosas se dieron para organizar un viaje a la Cordillera de los Ándes en época navideña, con el fin de visitar a un tío que hace varios años no veíamos.
Desde el principio fue toda una odisea, ya que íbamos ocho personas en un mismo vehículo. Era todo un reto, desde el cómo acomodar las maletas de todos hasta el ya no saber ni qué hacer con tu alma después de doce horas de viaje. Teníamos planeado partir tempranísimo, a las siete de la mañana, obviamente salimos hasta las diez y sin desayunar, todavía no salíamos de la ciudad cuando ya habíamos hecho la primera parada para comer algo.
Durante el trayecto hubo momentos buenos y malos, tuvimos pláticas padrísimas, chistes, paisajes que nunca habíamos visto, juegos entre nosotros, cds repetidos miles de veces y un sinfín de cosas, pero no siempre fue así, sufrimos dolores de cuellos por no dormir bien, calambres por estar en una misma posición mucho rato y típicas peleas entre hermanos. Pero la experiencia es inolvidable.
Nunca podremos olvidar lo que vivió mi papá en una gasolinera en la ciudad de Lima, era el veinte y cinco de diciembre alrededor de las diez de la noche, cuando nos paramos para cargar la gasolina, como acababa de nevar y estábamos alrededor de -2 grados, mi papá nada acostumbrado, se puso un abrigo que le decíamos “el oso”, bufanda, guantes y hasta orejera. Cuando tuvo que entrar a pagar y comprar botanas, absolutamente toda la gente se le quedó mirando extraño, desde afuera vimos que los habitantes de ahí, iban como si nada, unos hasta traían camiseta ligera. Rato después, nos contó que un intendente del auto servicio, se le acercó y le preguntó que de dónde era porque no parecía nada a la gente de ahí y le contó que él era de México y de una ciudad muy calurosa, ya conociendo esto, el señor no pudo mas que reírse y desearle suerte con el frío.
Es increíble el cómo estar fuera de nuestra región, cambia todo, incluso si estamos en un país relativamente tan cerca. Pero eso es lo que nos hace únicos y al conocer cosas con las que no somos tan familiares, aprendemos. Que eso es lo que nunca dejamos de hacer en la vida.
Alicia Ugarte
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